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Salud
NEUROCIENCIAS: LA CIENCIA DEL CEREBRO
Neuroética - 1ª parte
Fuente: Asociación Británica de Neurociencias
Introducción
rase una vez, hace mucho tiempo (tal y como empiezan los cuentos) que existía una clara distinción entre ciencia y tecnología. Los científicos seguían una senda y corrían desenfrenadamente en busca de la verdad, hacia cualquier lugar donde ésta les pudiera conducir y con la única recompensa del placer que les daba el poder encontrarla.
Los ingenieros y los tecnólogos aplicaban los frutos del esfuerzo de los científicos para cambiar y/o modificar el mundo en el que vivimos. Sin embargo y a pesar de lo seductora que pueda parecer esta distinción, es y siempre ha sido un cuento de hadas. Hoy en día, los científicos están mucho mas informados sobre el contexto social en el que trabajan, y como ese contexto puede afectar a sus estudios.
Zach Hall, Universidad de California
Las cuestiones relacionadas con el impacto de las Neurociencias en nuestra sociedad se encuentran generalmente agrupadas en lo que se conoce como Neuroética, que es la interacción entre las neurociencias, filosofía y ética. Entre otros esto incluye como los descubrimientos realizados sobre el cerebro afectan nuestra forma de sentirnos como seres humanos (bases neuronales de la moralidad). Gira alrededor de las implicaciones de la política social (como el potencial educativo de un niño) y cómo se lleva a cabo la investigación (como la ética de la experimentación animal o el uso del engaño en humanos). Y también se ocupa de cómo los neurocientíficos pueden mejorar la forma de comunicar al público y compartir ideas sobre lo que deberían hacer.
El contexto social
Aunque algunos neurocientíficos piensan que sus ideas y conceptos están totalmente divorciados de la sociedad, esto no es cierto. En el siglo XVII, Descartes utilizó una metáfora hidráulica para explicar como los “humores” (líquidos) del cerebro movían los músculos, una metáfora que tomó prestada de una ingeniería acuática que vio en un castillo Francés. A principios del siglo XX y reflejando la revolución industrial, los neurofisiólogos descubrieron las complicadas conexiones del cerebro como “un telar encantado” o más tarde como una “centralita telefónica gigante”. Ahora, a principios del siglo XXI abundan las metáforas computacionales, tales como la imaginativa “la corteza cerebral funciona de una forma parecida a una web mundial privada”. Éstos son formas sencillas de explicar ideas complejas, pero también conceptos que se transforman en teorías sofisticadas del cerebro.
Los neurocientíficos pueden y de hecho se ponen a pensar en problemas científicos de una forma completamente aislada del mundo real y diario. A veces esta escapatoria va hacia un mundo abstracto y lleno de jerga en el que como si fuera una búsqueda monástica se busca la verdad. Ya sea investigando los canales iónicos responsables de la propagación del impulso nervioso, como los mensajeros químicos son liberados y actúan, o como las células de la corteza visual son capaces de representar los aspectos del mundo visual, pero muchos problemas en neurociencias pueden ser abordados de una manera aislada pero accesible.
Pero el mundo real nunca está lejos. Una vez que sabemos como los transmisores químicos funcionan, es normal el pensar en substancias inteligentes que nos puedan ayudar a recordar mejor. Algunos podrían pensar incluso en diseñar neurotoxinas (agentes nervioso) para altear este proceso crítico, tales como inhibidores enzimáticos y que sólo están a un paso de los agentes que se utilizan en la guerra química.
Si hubiera alguna sustancia que os permitiera poder aprobar los exámenes. ¿La tomaríais? ¿Existe alguna diferencia entre esto y los atletas tomando esteroides para mejorar sus marcas o las personas tomando antidepresivos?
Algunos dilemas éticos más reales que rodean el futuro de las técnicas de proyección de imagen. Por ejemplo, las técnicas de proyección de imagen podrían permitir, muy pronto y con los tests adecuados, distinguir entre las memorias reales y falsas de una persona.
Aunque esto todavía queda un poco lejos, puede que algún día existan scanners cerebrales a disposición de los juzgados, una especie de huella dactilar del cerebro que pueda permitir comprobar la veracidad de los testigos. Esto pone en juicio temas como el de la privacidad cognitiva. Los nuevos descubrimientos sobre el cerebro nos están haciendo re-evaluar constantemente nuestra percepción de nosotros mismos.
Ideas muy importantes sobre la evolución del cerebro incluyen muchas relacionadas con la cognición social. En la actualidad, está emergiendo la idea de que moralidad y consciencia están íntimamente relacionadas con la parte del cerebro emocional que se ocupa de procesar las señales de recompensa y castigo, una posibilidad que algunos han bautizado como ética evolutiva. El conocer más detalles sobre todo ello sería muy importante para ayudarnos a darnos cuenta y ser más conscientes de los sentimientos de otras personas. El integrar estas ideas en nuestros actuales conceptos primitivos de plasticidad sináptica, podrían tener un gran impacto dentro de la educación, más allá de los inmediatos objetivos académicos que en la actualidad son nuestro único foco de interés.
También es muy importante tener en cuenta que los neurocientíficos no se ponen de acuerdo sobre el futuro de su disciplina. Para algunos biólogos moleculares, la última verdad se haya dentro de los constituyentes moleculares del sistema nervioso, con las nuevas técnicas de DNA y proteomics siendo la promesa para dar explicaciones completas del cerebro y que resolverán los problemas a los que otros neurocientíficos se ven enfrentados. Esta es la agenda reduccionista y cuyo florecimiento filosófico y tecnológico es altamente apreciado por los medios de comunicación. ¿Pero está justificada esta confianza del reduccionismo? ¿O existen otras explicaciones de mayor nivel para el funcionamiento del cerebro y la mente, que no se pueden reducir de esa forma? ¿Existen nuevas propiedades que puedan emerger de la organización del cerebro?
Los neurocientíficos multidisciplinares creen fervientemente en otra agenda. Tienen una actitud mas ecléctica hacia las neurociencias modernas, considerando también su interacción con las ciencias sociales. Estos no son temas que se puedan discutir fácilmente en un forum publico, pero las cuestiones sobre que tipo de investigación debería llevarse a cabo son cosas sobre las que la sociedad debería ser consultada. Al fin y al cabo son los impuestos de la gente los que sufragan la investigación.